miércoles, 7 de octubre de 2009

LOS VIAJES ILUSTRAN

Decidí quedarme en el D.F. y dejar pasar la oportunidad de ir a Francia. Bueno yo suponía que esa había sido la mejor decisión. Ahora, viendolo en perspectiva no sabría decir exactamente si lo fue. Por una parte el quedarme aquí me permitió conocer a Oliver, pero por otra conocí a Adrián a quien quise tanto y padecí más. Creo que es tiempo de contar algo de esa relación.
Mi amiga Cristina es de las pocas personas que puedo decir que realmente admiro. Sofisticada, culta, guapa, con un gran estilo para vestir y para desenvolverse en público; no por nada pone a sus pies a cualquier hombre que sea de su agrado. Amén de eso, es de las personas más nobles que conozco, me apoya, aconseja, y ha sido mi confidente desde que llegué a esta ciudad. A ella la conocí un día que decidí cultivarme comprando un libro que promocionaban en un programa de radio. Fui al centro a una de tantas librerías y sí tenían varias copias del libro pues era la sensación del momento para los intelectuales.
Mientras me decidía en comprarlo me puse a ver los demás títulos y leía las reseñas más interesantes. Conforme paseaba en la zona de los discos compactos terminé al lado de una muchacha muy simpática que parecía indecisa entre un disco de Angelique Kidjo o uno de Baaba Mall. Yo me acerqué interesado en ambas elecciones y le dije que si por mi fuera mel levaría los dos. Ella volteó a verme y se quedo mirandome fijamente, entrecerró los ojos y volvió a mirar los discos indecisa. ¿Es lo que tú harías?, me dijo. Sí, claro, respondí. Bueno es lo que tu harías, pero la verdad no pedí tu opinión, me dijo mientras veía los discos. Yo solo pfrecí disculpas y me aleje un poco. Espera, alcanzó a llamarme. Y yo volteé preguntando que necesitaba. Me dijo que la disculpara, que a veces decía lo primero que se le ocurría. Luego me contó que realmente los discos no eran para ella, sino que eran para regalarlo a un amigo.
Simpre he visto el mundo de la música ligado al ambiente de la moda y siempre he tratado de seguir las tendencias de lo que es correcto usar viendo a los diferentes cantantes y sus maneras de expresar su estilos. También siempre ha sido mi sueño grabar algo escrito y cantado por mi. Como he dicho parte de ese sueño logró cumplirse y fue gracias a la ayuda de mi amiga Cristina quien me apoyó. Al final decidió comprar los dos discos, uno era para ella y otro para su amigo. Me dijo que ese día no tenía planes por la tarde y me preguntó si yo podía acompañarla a comer. Le respondí que con gusto. Compré mi libro y fuimos a un restaurante en el centro histórico. Hablamos de música, de nuestros cantantes favoritos, claro también nos presentamos formalmente y comentamos algo sobre nosotros, edades, pasatiempos, a qué nos dedicábamos, etc. Teníamos gustos parecidos y eso nos agradaba pues nuestra plática podía extenderse lo suficiente.
Mientras comíamos ella se dió cuenta que yo coqueteaba con el mesero con la mirada. Ella se acercó desde el otro lado de la mesa en el que estaba y me dijo muy despacito, es muy lindo, ¿quieres que le pregunte su nombre? Yo le contesté que sí. El mesero se acercó y ella le dijo que estaba muy guapo y que ambos, tanto ella y yo pensabamos así. El mesero dijo su nombre y me ofreció una sonrisa y me guiñó el ojo. Ella sonreía y me dió una patadita bajo la mesa. Yo le dije que me parécía geninal su forma de ser, que no le daba pena hablarle a las personas y que lo hacía de una manera sincera y despreocupada. Ella me dijo que se había acostumbrado a tratar con personas pues le había tocado viajar a lugares donde no c onocía el idioma y tenía que esforzarse por comunicarse de alguna manera. También me dijo que sus diferentes gustos tanto musicales como de todo tipo los había ido puliendo conforme viajaba y aprendía cosas nuevas. Los viajes iluestran, me comentó luego de de contarme algunos de ellos.
Terminamos de comer y el mesero, cuyo nombre era Carlos, y yo intercambiamos números telefónicos para salir el siguiente fin de semana, o si se podía antes mejor. Mientras caminábamos ella me pidió que la acompañara esa noche a una cena de cumpleaños que tenía que asistir y por eso había comprado el disco. Acepté de buena gana, ella me había parecido encantadora y quería tener una buena amiga en el D.F. Ella parecía la indicada y nos despedimos por el momento para irnos a cambiar y vernos por la noche para asistir a la cena. Ella pasaría por mí, así que le dí mi dirección. Unas horas más tarde ella me estaba marcando para que bajara y nos fueramos. Yo había decidido usar una playera que acababa de comprar unos días antes y un sombrero negro que combinaba perfectamente. Ella me vió y me dijo que me veía muy guapo, que seguro ligaba esa noche, yo le contesté que ella lucía esplendida y que si fuera heterosexual le pedía matrimonio en ese momento, ella sólo rió.
Llegamos a un bar en Polanco y nos aproximamos a una mesa donde había un grupo de chavos platicándo y riéndose. Ella llegó saludando muy efusivamente a todos y todos la abrazaban como si ella fuera la cumpleañera, al menos era el alma de la fiesta por lo que podía ver. Mientras ella saludaba me iba presentando con los comensales y todos me decían sus nombres y yo apretaba manos y daba besos. Felicitamos al cumpleañero, y yo logré comprarle esa tarde de regalo un juego de plumas muy bonito. El nombre del cumpleañero era Adrián. Nos sentamos y estuvimos platicando con todos ellos y reíamos mucho. Fue una buena noche. Cristina y yo la pasamos muy bien y decidimos que hacíamos buena compañía y de ahora en adelante seríamos amigos. Por el momento yo sólo conocí a sus amigos y dos de ellos me dieron sus números para ponernos en contacto algún día que salieramos en grupo. Adrián sólo agradeció que hubiera estado ahí en su cumpleaños y que sin conocerle le hubiera dado un regalo. Yo le dije que me la había pasado muy bien y que esperaba verlo pronto. Nos despedimos y Cristina me llevó a mi casa. Fue un día algo cansado así que dormí profundamente.
Al día siguiente Cristina me despertó llamandome por teléfono y diciendome que tenía una noticia para mí. Le pregunté cuál era la noticia. Me dijo que alguien se había interesado mucho en mí el día anterior y quería verme por la tarde. Alguién quería tener una cita conmigo. La verdad me sorprendió y ´tuve que rogarle unos minutos para que me dijera quien era. Cuando me dijo el nombre, era el que menos me esperaba. Era Adrián. Él le comentó a Cristina que desde que llegué le había llamado la atención y que toda la noche trataba de hacer contacto visual conmigo, pero que parecía que yo no estaba interesado. Así que quería que ella intercediera por él. Lo único que pude decir es que la verdad no tenía idea de que le hubiese gustado, y por lo común po ngo mucha atención en eso, yo suponía que Adrián le sonreía a todos porque era su cumpleaños y estaba feliz no porque sentía una atracción especial hacia mi. Acepté tener la cita con él y decidí levantarme para pensar que ponerme. Luego de unas horas de decidir entre mi guardarropa y de arreglarme lo suficiente partí a Coyoacan donde se había acordado que nos veríamos.
Adrián me estaba esperando y cuando me vió sonrió y se acercó a abrazarme y decir que le daba gusto que hubiese aceptado. Yo le contesté que también me daba gusto verlo y que era lindo de su parte el invitarme a salir. Caminamos y dimos vuelta por el centro de Coyoacan y estuvimos comiendo, tomando café, nos sentamos a platicar y se nos fue el tiempo hablando, tanto que empezó a oscurecer. Al final me dijo que si ya me quería ir y le dije que sí. Yo te llevo, me respondió. Yo asentí y partimos de ahí. Mientras caminabamos al estacionamiento donde había dejado su carro le pregunté cómo había conocido a Cristina. Me contó que la había conocido en un viaje a España, el estaba ahí de trabajo y ella estaba con su novio que la había llevado porque ella quería conocer el país. Yo sonreí, y pensé que eso era algo que ella comunmente hacía. Era cierto que era bueno viajar y los viajes ilustraban, sobre todo cuando alguien te paga el viaje. Algún día tú irás conmigo a Europa, yo lo sé, me dijo Adrián mientras subíamos a su carro, el sonreía confiado, yo sólo pude disimular una sonrisa. Sí, los viajes ilustran.
RAN

No hay comentarios:

Publicar un comentario