Últimamente he pensado que mi suerte cambia cuando llegan los viernes. Es común que la semana sea gris, pero por alguna razón siento que en viernes es cuando deben suceder las cosas que me levantan el ánimo. Sobre todo en esta última semana, el lunes me enteré gracias a Facebook que mi ex ya tenía galán, el martes al tratar de ir a cumplir una cita con un amigo a Coyoacán me quitan el celular, el miércoles llegué tarde a la escuela y el jueves mi ex me manda un correo diciendome que quiere verme, en viernes. Mi viernes.
Cuando pensaba que mi suerte tenía que cambiar. Lo primero que me pasó por la cabeza fue decirle que no, realmente ya no quería verlo pues consideraba que una relación que no funcionó en lo amoroso ya no puede funcionar en el plano de la amistad. La razón que él me daba para verlo era que su nuevo novio quería conocerme y que los tres fueramos amigos. Gracias a eso supuse que ya sabía como había terminado nuestra relación. Después de pensarlo mucho y hacer algunas llamadas a Cristina y Nan, mis mejores amigos, decidí aceptar. No porque fuera a demostrarles algo a ellos sino que pensaba que era un buen pretexto para salir en la noche y luego de cenar con esos dos, irme a divertir a algún otro lado. La cita era a las 9 de la noche en algún lugar de la Condesa donde si uno no lleva un mapa termina caminando en circulos sin dar con el lugar que se busca.
Decidí salir un par de horas antes para comprar una bufanda pues es Octubre, las noches son frias y mi garganta es delicada. Busqué y busqué hasta que encontre una muy linda que combinada con lo que traía puesto ese día. Planeé todo para Adeián, mi ex, se fijara que conservaba mi buen gusto y que no me sentía mal por haber terminado con él ni que me mostrara su nueva adquisición que yo sabía no duraría más de lo que dura un suspiro. Pensando que era viernes, mi viernes de la buena suerte, decidí tomar el metro para llegar a tiempo. No pude estar más equivocado. Los trenes llegaban muy atrasados y había mucha gente esperando, estuve casi media hora esperando a que llegara uno y no aparecía, estaban por dar las 9 y no tenía teléfono para avisar que llegaba retrasado. Trataba de no desesperarme y pensar que podía tomar un taxi para llegar, y estuve a punto de hacerlo cuando el viernes de la suerte regresó.... Iba a dar la vuelta y salir de la estación del metro, cuando alguien se me acercó y me preguntó a donde iba. Giré la cabeza y me dió mucho gusto lo que vi. A un lado de mi estaba un chavo que era de mi estatura, piel morena bronceada, un corte de cabello moderno, hermosa sonrisa, vestía muy bien, y por lo que veía era de mi edad aunque se notaba que hacía ejercicio. Le contesté lo obvio, que tenía que estar en la Condesa en quince minutos o antes. ÉL se me quedo viendo y sonrió. Yo quise sonreir pero la verdad no tenía motivo y pienso que el se dió cuenta de que se me hacía extraño que un desconocido me estuviera hablando.
Considerando que iba a ver a mi exnovio con su nueva pareja, pensé que hacerlos esperar tampoco estaría tan mal y sobre todo que el extraño que me hablaba era por mucho mejor que Adrián. Luego de sonreir, me dijo que el iba para allá a su casa que si quería podía acompañarme a tomar el taxi y podiamos compartirlo ya que parecía que el metro tardaría algo más. Ahí es cuando me imaginé flotando en el río, pero recordé que en el D.F. no hay ríos. Le dije que realmente prefería esperar el metro, tal vez ya había perdido mi celular pero no quería perder lo que llevaba para la cena. Esta vez rió y me dijo que no tuviera miedo que no me iba a hacer nada, que por alguna razón le había resultado curioso verme ahi parado sin que supiera que hacer, que se notaba que tenía prisa pero que no me decidía por salirme de ahí, entonces pensaba que necesitaba un empujoncito y el se ofrecía a darmelo. La verdad no sabía si eso era en doble sentido. Por alguna razón dejé de pensar y dije que estaba bien. Salimos del metro y me preguntó que a qué parte iba, le di la dirección y me dijo que él vivía cerca de ahí. Por cierto me dijo también que su nombre era Oliver y que tenía 26 años. Le dije mi nombre y mi edad y por alguna razón pareció gustarle algo de eso porque sorió con satisfacción como si eso era lo que esperaba escuchar. Luego de eso nos acercamos a la parada sin hablar, yo pensaba que decirle o preguntarle, pero al parecer se me había secado la materia gris, estaba algo nervioso y de pronto recordé que era viernes....¿ de la suerte?
Estaba a punto de preguntar algo cuando comenzó a decirme que había tenido una semana muy difícil pues había terminado con una relación de 3 años, únete al club pensé, y a parte había tenido que mudarse de departamento porque había estado viviendo con su pareja esos años y justamente ese viernes regresaba de casa de su ex para regresarle algunas cosas que se había llevado por error. Le dije que sabía por lo que estaba pasando. De pronto me dijo que había sido una semana difícil, pero que los viernes siempre traían algo diferente, la descarga de toda la semana y por eso para él el viernes era el día en que su humor mejoraba. Sí, le contesté, la suerte cambia. Tomamos el taxi y decidimos que yo bajaría primero, le di la dirección al taxista y en el transcurso me comentó que se dedicaba a dar clases en una escuela para extranjeros por lo que se la pasaba hablando en inglés, algo que la verdad yo no practicó, y que estaba de vacaciones hasta la siguiente semana. Yo le comenté que tomaba una especialidad y que vivía con un par de amigos que estudiaban cinematografía.
Ya casi llegando al lugar me preguntó si tenía novio, le dije que estaba por resucitarlo y luego le aclaré que no, que justamente iba a reunirme con mi ex y su nueva pareja. Él sequedó mirando hacia el frente como pensativo y ya no me dijo nada más. Llegamos al lugar y le dije que me había dado mucho gusto conocerlo y que me hubiese acompañado, el me pidió mi número telefónico y le dije que me lo habían robado y no tenía numero fijo en el departamento donde vivía, le di mi correo y el me dio el suyo, aunque pensé que no lo podría recordar y le di las gracias nuevamente. Salí del taxi y llegué al lugar con sólo 10 minutos de retraso, ofrecí disculpas por la tardanza y me saludé a Adrián y su pareja. Nos presentamos y decidí ordenar algo de tomar.
Estuvimos hablando unos veinte minutos y de pronto algo me hizo voltear hacia la entrada del restaurante y vi a Oliver justo ahí buscando con la mirada a alguien. Me vió, sonrió y me saludó con la mano, se acercó y saludó a Adrián y a su novio. Yo estaba algo sorprendido y rápido reaccioné y los presenté formalmente y le pregunté a Oliver si iba a cenar con amigos. La verdad, me respondió, venía a verte a ti y esperaba poder estar aqui contigo. La única reacción que tuve, fue mirar fijamente a Adrián y parpadear, creo que eso reflejaba mi desconcierto. Le dije que yo no tenía ningún problema con que se uniera a la cena y Adrián y su novio tampoco. Durante la cena, Oliver platicó muchas anegdotas graciosas, habló de sus viajes, de su familia, y también escuchaba con atención lo que nosotros decíamos. Por cierto, les contamos que apenas nos habíamos conocido en el metro y yo comenté que se me hacía raro que le hubiera caido bien, si apenas y había hablado. Volvió a sonreir y sólo dijo que le había gustado mucho y eso le bastaba para volverme a ver. Esta vez vi al novio de Adrián fijamente y parpadee un par de veces, con lo que volví a demostrar mi desconcierto. Yo no sabía que responder, bueno si sabía, quería decirle que me encantó con solo verlo la primera vez, pero la verdad sentía la mirada de Adrián y su novio y me incomodaba que estuvieran ahí.
Me hubiera gustado ser como Oliver, decir las cosas como son, sin temor a lo que hay al rededor. Lo único que pude hacer fue sonreir y aproveché a que el bajó su mano y se la agarré fuertemente, el me miró y pareció que me iba a besar. Pero se contuvo, sabía que no estaba en una posición muy cómoda. La cena siguió muy amena y al final nos despedimos de Adrián y su novio, el cual me pareció muy lindo. Oliver y yo caminamos por la condesa, en algún momento se detuvo, me agarro del brazo, me besó y me invitó a su departamento, yo dije que sí. Eran la una de la mañana, ya era sábado y el viernes había sido más que buena suerte había sido destino.
RAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario